Tengo un problema de sueño…

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…que sueño contigo.
Tú eres la calle, desasfaltada y aprisionada en silencio y oscuridad. Las farolas se niegan a ser elegidas en el equipo de esta avenida de naves industriales acartonadas, humedecidas de moho social. Los adoquines despegados están deseosos de ser pisoteados por marabuntas de discapacitados mercantilistas, sus kilómetros silenciosos se disponen a recibirnos a golpe de gritos sinceros y llamaradas de soflamas honradas, ardientes.
Nubes diseñadas bajo el tambor de nuestras quejumbrosas honestidades se encuentran prestas para mutar en paraguas cálidos que alienten nuestra marcha. Sería una temeridad esperar que el núcleo reactivo tome conciencia de su poderío destructor, que los plazos se conviertan en meta blindada; aquí y ahora la calle es muy nuestra y, o atrapamos el cemento hasta moldearlo como plastilina agradable, o nos encontramos condenados a caminar sobre él al estilo de arenas movedizas adictas a torcer nuestros descalcificados tobillos proletarios. Es urgente sentir la indignación previa a la masacre laboral, al despido latente, a la exclusión aristocrática que nos muestra la salida con mayordomo y alfombra oriental.
Es cuestión de centésimas universales que volvamos a sentir el corrimiento de tierras ciudadanas, que nos maree el cambio de expectativas vitales de sol a la luna; mientras confiamos, resguardados frente al televisor, que el chaparrón escampará a toque de voto incierto, la grieta se agolpa sobre el escalón quejumbroso de nuestro portal corrupto. ¿Esperar? ¿Qué? la muerte de nuestra tribu no necesita pólvora seca, tecnología animal disuasoria; el exterminio se va produciendo a cada canallada de una clase social, los especuladores super sapiens, que actualizan sus datos enriquecedores desde la sonrisa que provoca nuestro cobijo.
La gran avenida de los hombres y mujeres valientes prende bombillas radiantes, cegadoras, con cada línea de combate que alza consignas ciertas y banderas justas. Si en estos días el refino amasado que puebla nuestros atajos vitales no es ocupado por una muchedumbre de resistentes, el futuro está entregado. Tenemos demasiadas pesquisas que realizar para entregar a los culpables ante la justicia global, comenzando por destapar nuestra propia trampa electoral; las trampillas no funcionan si saltamos antes de que se destape el truco maligno y, así, saturando las urnas de honradez electoral, comenzamos a andar. Sin sudar la gota gorda, yendo de la mano para alcanzar sonrientes el fin de la vía, la meta no nos puede ser arrebatada.

4 Comentarios

    • Estás en tu casa, querido Spammer. Aunque no estés del todo a gusto. Confiamos que con el tiempo encuentres un rincón en el que sentirte más o menos refugiado. Si no es así, sentiremos despedirnos de tu malhumorada compañía.

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