Poco ha cambiado en los bestiales procedimientos de muchos participantes en El Rocío andaluz año tras año, pero sí en el aumento de las inocentes víctimas de su supuesta fe. Tras finalizar la presente año, otros 23 inocentes caballos han dejado su vida en el camino, víctimas del agotamiento, la deshidratación y el trato brutalista que reciben por aquellos que comercian con su sufrimiento en busca de un impío divertimento, consistente en ir en busca de una adorada talla para que arrope sus pecados, mientras transitan en salvaje acomodo sobre los lomos equinos que, a cambio, reciben látigo en lugar de abrigo. Algunos creyentes, por tanto, los tratan como a impúdicos fariseos en lugar de con la cristiana solidaridad que parecen no arrastrar en su viaje, tal vez pensando que, al saltar las vallas como posesos, obtendrán la redención de todos los ominosos pecados que han cometido desde la edición anterior. Aunque, en realidad, tal vez no estemos sino frente a la humanidad menos cercana al concepto, tal y como podemos apreciar en el siguiente video:
[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=7YZpzafSv1Q]
Visto estos 23 cadáveres, abandonados en ocasiones en sus últimos estertores tras la tortura de días de camino sin apenas descanso ni alimento, exhaustos, no podemos sino relacionar la crudeza de esa ausencia de civilización que marca, como tantas otras tradiciones nefastas, el ADN del Estado español, con las sonrisas bobaliconas de la ministra de empleo (ejem), Fátima Báñez, invocando al trozo de cera, madera y abalorios como solucionador de todas aquellas desgracias a las que nos han conducido, precisamente y en muchos casos, reconocidos nacional-catolicistas que sólo cuelgan su capa delincuente cuando atraviesan las puertas de sus templos para recibir la redención de sus penales pecados, en muchos casos por medio de otros colaboradores y cooperadores necesarios en el innoble arte de destruir el Estado social, la redistribución justa de las rentas y, en este caso, tratar al resto de seres vivos con ese desprecio tan desgraciadamente habitual en nuestro entorno. La piedad y la caridad es lo que adoran, para que sus beatas columnas mantengan el control de los recursos y, a su vez, la afición de la limosna tan de ocio para sus domingos y fiestas de desterrar.
Esta es la imagen de falso color, fundida a negro en las conciencias de aquellos que nos negamos a quedarnos atrapados en esa basura cadavérica, desvencijada en la arena mojada de sangre y crimen, de ausencia en aquella esperanza que nos animaba a transitar hacia el solidario progreso, a encontrarnos por fin en una patria con el epicentro más grueso posible. No es así, ya lo vemos, mas al contrario el tecnicolor de los derechos y garantías no sólo dejan de acariciarnos en exponencial velocidad, sino que siquiera rozan a nuestros cuadrúpedos congéneres, tratados como instrumento, vida sin fin, sin destino.
La mayor horripilancia al tener que enfrentarnos, un año más, al mismo genocidio, transmutado ya en insufrible holocausto, es tanto el pavor nunca asumible frente a esta tortura realizada, con picada sonrisa, por supuestos ciudadanos que nos cruzamos a diario, como la desoladora convicción de que nada cambiará, de que ya están trotando, inocentes, inconscientes, las siguientes víctimas de esta miseria humana.
Increíble que siga pasando esto año tras año en un país que se dice civilizado.
Sin duda, Miguel Ángel. Pero no olvides que, por mucho repetirlo, no vamos a convertirnos en civilizados de la noche a la mañana.
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Me desespera ese populismo rociero desde mi infancia.
Un abrazo.
Desespera y hiere, pues tras la devoción se ocultan estas crueldades insoportables.
Abrazos, querido amigo.
Cuando nos cibilizaremos ?…el fanatismo ni cibiliza…venga de donde venga…
Que podemos esperar en el que el maltrato a los toros se denomina arte y cultura. ¿por qué no también a un caballo?
El rocío es una feria ambulante.
no obstante la devoción y fe, y el respeto animal van por caminos diferentes.
Esos caminos, por desgracia, se cruzan demasiado a menudo frente al desdén por el bienestar de los animales, tratados como utensilios, sin sensibilidad ni interés por ellos. Líbrenos la ilustración de la caridad descuidada en busca de aquello que explique lo que su cultura se lo impide.
Esta brutalidad no tiene perdón de Dios y todo en aras de que los señoritos se diviertan emborrachándose, para llevar a cabo un absurdo acto de idolatría. Cuantas costumbres manifiestamente mejorables existen en este nuestro país que nos separan de la civilización.
Y que, además, pasan pero muy de puntillas ante la opinión pública, como si esos cadáveres torturados y exhaustos no valieran nada por el mero hecho de no ser bípedos. Da lástima convivir con una crueldad cotidiana así, en un Estado que se dice moderno.
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En este pais de pandereta pasan muchas cosas, para anormales ,por ejemplo en el Rocio,
Pobres fanaticos ignorantes,cuanto daño hacen a la sociedad.
Y a animales inocentes, masacrados por pura crueldad, insensibilidad o divertimento. Ese es el entorno que nos asfixia para poder respirar algo de evolución humana.
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