Quepenadeanuncio.es

0
1463

Efectivamente, con un retraso imperdonable respecto al comienzo de su ambiciosa campaña matinal en televisión, sólo justificable por lo complicado que ha resultado sortear las aristas interpretativas de la cuestión, consideramos que ha llegado el momento (más que obligatorio) de analizar qué, cómo y, fundamentalmente, por qué, ha llegado y continúa llegando a nuestras percepciones sensoriales vía cadenas TDT de baja alcurnia y similares, el spot de compramostucoche.es. Antes de entrar en materia, si ninguna mala fe ni motivación torturadora que no implique acto de análisis compensado, procedemos a visionar el primero de los anuncios que, a día de hoy, continúa poniendo el cuerpo desapacible entre Los Simpsons y Pelopicopata.

Superado el desasosiego de 20 segundos que precede al estupor, no queda otra opción que hacernos la pregunta que es grial de todas las cuestiones acerca de lo que hemos visto: ¿Son actores?. Claro, este primer interrogante, una vez dicho en voz alta, disemina una ramificación de subinterrogantes que pueden dejarnos francamente atormentados. Supongamos que nos respondemos (Hay que adelantar, es de justicia hacerlo, que en esta entrada no vamos a alcanzar respuestas exactas, imposible frente a este oxímoron audiovisual que se choca con su propia paradoja narrativa) en tono afirmativo: Son profesionales de la interpretación. ¿Pero de qué y por qué pretenden ser tan reales que son, en sí, pura ficción? Vale, ya nos hemos enredado sin haber dado apenas inicio a desmadejar a un chico en camisilla, perturbadoramente parecido a Daniel Brühl versión fofete, y un caballerete que, de primeras, nos lleva a pensar que es su progenitor y que, juntos, a lo loco, han montado el emporio con nombre de dominio web.

Antes de continuar, y para intentar finalizar este análisis con alguna, por mínima que sea, conclusión, no hay nada mejor que pasar a comprobar que se ha meditado en el hilo de Forocoches desarrollado al efecto. Exactamente, continuamos en el punto de partida, por si albergaban alguna diminuta esperanza de dar por enterrada la congoja que continúa supurando minutos, incluso horas después, de ver este anuncio.

Esta versión, a nuestro juicio, nos deja el argumento principal de «Si quieres, puedes». Es así, de este modo lo absorbemos y procedemos a irrigar el sistema neuronal tras la dosis de una nueva visualización. Volvamos al Brühl de extrarradio y padre y continuemos con las dos muchachas que, junto a la versión poligonera de Quevedo, nos encuadran en la familia (¿Muchos hermanos? ¿Hijas/os y sus parejas? ¿Por qué la matriarca no disfruta del éxito familiar?) que se ha hecho a si misma, tanto así que se autoprograman no para comprar y vender más, que eso lo tienen hecho merced a la crisis, sino para restregar a las clases populares que muchos quieren pero sólo unos pocos llegan.

Desconcierta tanto el desarrollo, guionización y… tanto todo, que cualquier intento de llegar a respuestas que proporcionen claridad se acaban, inexorablemente, topando con la incomprensión y la rabia ciega. No será nuestro caso, entregados antes de empezar a la firme convicción de que únicamente la fe nos proporciona una vía para apaciguar lo que ocurre en nuestro interior cuando sábados y domingos, de manera distraida, encendemos el televisor por canales generalistas de refritos variados y el aroma a este subproducto de publicidad nos alcanza para que la vida vuelva a dejar de tener un motivo, una mínima certeza, de que merece la pena. No le dé más vueltas, sólo una inteligencia superior puede haber construido una campaña así, de tal manera que si su utilitario tiene más de siete años, haga caso a la DGT y renuévelo, ya sabe dónde. Y levante el pulgar, querido lector, levante el pulgar.

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here