Política de rápido consumo

4
493

FastFoodQue el invierno comienza a finales de diciembre, o termina en la esperanza de un año que comienza con promesas de cambio, es un ritmo que no puede más que enfriar el escaso ánimo, desandar cualquier atisbo de recuperación emocional en casa propia. Con algunos imputados calentando cerca del banquillo pero tan lejos del terreno de juego carcelario y millones de prudentes ciudadanos dispuestos a rasgarse las vestiduras al ver sus respectivos votos convertidos en carne de gran coalición, las perspectivas de cambio para el año 2015 son inversamente proporcionales al show de fast food político que se ha instalado en el prime time catódico, nueva forma de entretenimiento de saturday night live a golpe de contertulios ligeros de andamiaje intelectual.
De PagaInfantas a convidados de piedra, no hay peor ilusión que la que se tiene desde el desánimo, la que se sabe incumplida antes siquiera de proponerse. Los espacios temporales no dejan de ser etapas ficticias que vamos encajonando en la bitácora del trayecto socio-colectivo para que las estadísticas nos queden más ordenadas, con arrugas bajo el pantalón. Mayo y noviembre son dos estaciones de servicio en ese cubículo anual que tanto se ansía dejar montado antes siquiera de pasar por la planta de compostaje; la primera promete una suerte de 14 de abril del municipalismo, y los optimistas no dejan de soñar con un cierre de ejercicio que vire, hasta colocar el mastil en la dirección de los buenos vientos, vislumbrando en lontananza la prosperidad de esa misma sociedad que lleva más de tres décadas asolándose conscientemente a base de pompas de jabón macroeconómico que siempre estallan, que antes o después tocan la baldosa fría del fraude y estallan.
FastFood2Nada de eso importa, porque ahora, efectivamente, todos tenemos al alcance de un par de botones del mando a distancia el santo grial de lo que viene a denominarse debate político pero no deja de ser amarillismo gritón con rostros que parecían rigurosos. Periodistas, candidatos y toda suerte de mester de juglaría política dejan sonar sus flautines gritones hasta altas horas de la madrugada a ritmo de centella, todo en dolby stereo de rápido consumo. Así tampoco se analiza, se piensa, se encuentran esos nuevos tiempos, ese destierro de lo viejo, que tanto gusta enarbolar con los mismo condimentos de lo caduco, esto es, a golpe de eslogan, con prisas y engordando mórbidamente la sensación de que la política no es más que chillido en celo, histrionismo que vapulea la paciencia ajena, hasta dejar exhausto al paciente frente a la vehemencia que establece hilo directo con el oido hambriento.
Siglas nuevas, espacios que ocupan otros rostros, muy probablemente con sanísimas intenciones, comprende ese escenario tan prometedor para unos, desasogante para otros. ¿Cambios? Resultamos púberes para hacer realidad la modificación sustancial del daguerrotipo social. Es indudable que una amplia mayoría ciudadana lo desea, pero desde lejos, repochada frente al televisor con la actitud del espectador ante un clásico balompédico. Finalmente, si gana tu favorito tendrás una horas, unos días, de venganza victoriosa, pero que no te quiten lo bailado, aunque siempre salgas a la pista con el paso cambiado.

4 Comentarios

  1. ¿Me lo ha parecido a mi? O has estado un tiempo sin escribir por tu casa, espero que no sea por motivos de salud, Felices Fiestas, y sorprendente Año Nuevo, o no, ya lo veremos y para verlo nos cuidaremos en lo posible, un abrazo Tinejo.

    • Estimadísima amistad, he estado lejos pero con el empuje de regresar, y así va siendo, de a poco pero con alguna que otra marcha a punto de subir las revoluciones.
      Feliz camino!

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here