La hoguera del incendio de la corrupción

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Senado1El Congreso de Los Diputados no ha podido disfrutar esta semana de siquiera un atisbo de eso que se denomina Debate del Estado de la Nación pero que, ni en los momentos de mayor euforia macroeconómica, ha superado un descafeinado toma y daca de argucias dialécticas y brindis al sol para continuar con ese laissez passer que se ha sostenido al albur de especulación y dinero falso, generado a partir de burbujas que a poco que toman altura, explotan. No es la primera vez que esto ocurre en nuestra Historia reciente, pero como los damnificados de hoy son los rescatados de mañana, y vuelta a empezar, las consecuencias sólo han recaido sobre una ciudadanía tremendamente olvidadiza de los compromisos y los programas traicionados.
En las sesiones que componen el debate, Rajoy ha conseguido retener dos excelentes logros para esa autoestima que ha cultivado en los últimos meses a golpe de ignorar la realidad, de convivir con el silencio de los muros de Moncloa: Hacer que las inquisitivas cuestiones acerca de la corrupción quedaran tan lejos de sus tímpanos como cuando se nos aparece a través de plasma, y poder leer todo lo que le han escrito entendiendo a la perfección la letra utilizada. Lo primero es un síntoma de que no siente el más mínimo rubor ante el escenario corrupto que va acorralando su futuro político a corto plazo y su credibilidad como dirigente; lo segundo, que el equipo de asesoría presidencial ha aprendido de errores pasados y ha conseguido, finalmente, resolver definitivamente un problema capital con tarjetones gigantes y letra en Comic Sans 60 en negrita, cursiva y subrayado. Ya entendemos como los hombros presidenciales se han ido hundiendo a medida que ha tenido que ascender y descender la tribuna de oradores cargado con kilos de papel enladrillado.
Pero esto ya no es la Cámara de representantes de un Estado democrático con cierta apariencia de civilización. Lo que ocurre dentro, con todas las butacas ocupadas, en la actual situación, no es más que el eterno retorno de la política cuando las palabras y los aplausos caminan muy lejos de las verdaderas intenciones de los togados. Tras los leones, los muros acribillados, se esconde un pasado aún más lejano; una fantasma inmenso que se posiciona, como una planeta paralelo, sobre el edificio y sus ocupantes. Un Senado romano en vísperas de las murallas en llamas, mientras el privilegio de sus miembros les mantenía ajenos al fin de sus días, rodeando a un Severo sordo y ciego, perdido por no oir los gritos internos y externos, pidiendo energía y rendición, a partes iguales.
Senado2Mariano, desconfía de los aplausos de la bancada a la que le das la espalda con demasiada indulgencia. Por sus silencios, sus inexactitudes al justificarse, sus filtraciones, sus afirmaciones y traiciones, sus intereses, los conocerás. Entre todos ellos hay más puñales que corbatas, demasiados intereses que no están dispuestos a hundirse con un líder que ha cometido un error de novato en la poco insigne carrera de protector de peligros inexistentes a comisión indeterminada: Cuando el contable sabe más de la cuenta, hay que liquidarlo para que no se marche con la libreta delatora rondando sobre tus planes el resto de la existencia. El PP no sólo ha dejado vivito y coleando a cuatro delincuentes de calculadora, sino que ha caido en sus amenazas, siendo parte activa en la protección del enemigo. Normal que ahora las murallas ya prendan y se derrumben, y el César se queda inconscientemente solo ante una turba que no entiende si le anima o vocifera en busca de su cabeza. Las referencias a la corrupción se han topado con el silencio, los requerimientos para que salga a defender el fuerte, con el insulto y el cinismo de quien se oscurece bajo una corona de pesados laureles que lobotomiza como una de eléctricos espinos.

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