La herencia recibida… a beneficio de inventario

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Cuando se sucede un cambio de Gobierno, una traslación de fuerzas políticas en las intenciones colectivas de cualquier ámbito, habitualmente es consecuencia de unos resultados de toma de decisiones no satisfactorios para ese porcentaje de la ciudadanía que hace virar la brújula de los despachos presidenciales. Como los milagros no se suelen vislumbrar con políticas marcadas por el continuismo pero nos emperramos en una confianza ciega por las apariciones marianas, pues bien que Mariano ha llegado, se ha sentado frente al notario popular y, como sus antecesores fracasados, ha aceptado la herencia recibida, pero a beneficio de inventario.
Herencia1Ocurre aquí una múltiple transmisión inter vivos permanente en favor de una casta que se presentan como albaceas pero se posicionan como egoistas herederos de lo que dicen muerto hasta que tocan poder. Porque a diferencia de los que se sientan alrededor del reparto de la miseria infartada, Mariano y compañía (así como el resto de beneficiarios en comicios anteriores) tienen la posibilidad de conocer de primera mano las deudas antes de aceptar lo legado; en realidad, dominan el grueso de sus antecesores casi como si lo hubieran gestionado, porque lo han venido haciendo, efectivamente, de un modo o de otro, desde cotas de responsabilidad que, cuando las elecciones autonómicas inmediatamente anteriores ya han ido trasladando la brújula y los tonos, suponen una suerte de triunfo anticipado.
En este caso los interesados herederos no rechazan las deudas contraídas por los generosos antecesores, todo lo contrario. La mayor prebenda es, precisamente, gestionar esa suculenta deuda a modo de excusa permanente para no reconocer que las barrabasadas canovistas no permiten innovación gestora pero, sobre todo, ha sido el mejor testamento de cara a transmutar esa miseria heredada en riqueza de la buena para sus compañeros de viaje, aquellos que no se dejan ver en las listas electorales y que multiplican sus futuros legados en forma de concesiones sanitarias o educativas, o tal vez con asesorías inconsistentes en Consejos de Administración previamente privatizados.
Herencia2Qué cosas estas de poder repartir culpas y no asumir responsabilidades. Así da gusto representar esta obra de permanente contradicción humana consistente en afirmar ser la salvación a los males que nos aquejan y, una vez otorgada la confianza, mirar hacia atrás y quedarse rígido, como con una atrofia cervical irreversible. La política trae eso, retroceso permanenente, cualquier tiempo pasado fue igualmente funesto, y aún así nos seguirán convenciendo que hay que abrir la sucesión testamentaria cada cuatro años, ver que tal huele el contenido y aceptarlo completito como si resultara un desagradable sacrificio del que se responsabilizan como casta piadosa, llamada a redimir nuestro empeño en vivir por encima de todas las posibilidades imaginables. Herencia a beneficio de inventario que no deja el pasivo fuera del pastel, sino que lo cultiva como principal baluarte de… de sus cosas de gobernar.

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