Fraude en dia festivo

3
530

Constitucion1Marcar como día no laborable el 6 de diciembre, a estas alturas de la fábula, parece que sólo debería circunscribirse a la actividad cotidiana (ya de por sí bastante laxa en cuanto a horarios y controles) de congresistas, senadores, y gente de igual vivir alrededor de ambos inmuebles, sitos en Madrid, transfronterizos de nuestra memoria mediata, de cuando nos creímos en democracia.
Vale que como somos cínicos en lo constitucional con el mismo tino que dejamos a vírgenes y cristos en sangre cuando de feriado se refiere, de tal modo que a nadie le amarga un puente si tiene todavía la osadía de hacer caso al despertador de lunes al siguiente. De todas formas, deberíamos renunciar a ese privilegio del descanso de larga distancia cuando el último mes comienza su andadura hacia la ruina navideña (otro plazo de saltimbanqueo en permisos para que el gastar no deje de engordar su fábula de trueno, su maquinaria apetente a débito, a crédito o a perpetuidad) o, al menos, reventar cualquier mecanismo de proyección para dejar la fiesta en paz, la de ellos, protectores insomnes de esa salvaguarda en pergamino que no se toca. O se toca poco, pero mucho.
Se reúnen entre sonrisas que deben ser pura letanía para las cámaras, para su historia, en un puro despendole de fragilidad ética; pasan los años, y cada día ese folio que dicen venerar aplaudiéndose como sus rígidos protectores se inflama por los cuatro bordes pero ellos y ellas, a lo suyo. Ha cogido polvo, sus bloques han perdido siquiera el prestigio aparente de los buenos propósitos a la misma velocidad que el contenido se ha conocido ineficaz en lo pragmático, pero nos dicen que está más en vigor que nunca, que su espíritu es lo único que nos mantiene con respiración no asistida. Y, mientras, nos desmayamos. Pero ellos brindan.
Constitucion2Como Constitución tramposa no hay duda que ha cumplido su trascendental labor histórica con mayor eficacia que ninguna otra antecesora en la historia del Estado español. Es más elegante que la sucesión de parientes decimonónicas mientras que cuarenta años de dictadura consiguieron erradicar cualquier brillo vanguardista al texto del 31, así que su esbeltez no ha tenido problemas en mantener la figura con la convicción de que cualquier tiempo pasado fue peor, y a otra cosa. Únicamente el capital ha descifrado su contraseña desde 1978, introduciendo en su bajo vientre la convalidación a participar sin discusión en la libre circulación de la pasta allende las fronteras a la vez que el poder público se hacía el hara kiri para autoinmolar su capacidad de inversión social prohibiendo el déficit público sobre el límite que el capital privado dispone como pecado capitalista. De esos lodos vienen estas escorrentías en forma de entrega de los sectores estratégicos a la, ejem, iniciativa privada.
Por eso sólo ellos se reúnen, cada vez en menor número, para amarla con delicadeza, susurrándole en artículos intrascendentes que tal vez le haga falta teñirse las puntas, cambiarse algún complemento, poca cosa. Pero a la ciudadanía ese día nos pesa la duda de si esquiar, acercarse a alguna costa que sostenga los últimos rayos del otoño o, más sencillamente, tirarnos a la bartola. Si encendemos el televisor con descuido tal vez nuestras miradas se crucen con el paseíllo de saludos bidireccionales y algún discurso acerca de cómo nos (les) congratula dejar de tener que fingir al menos una vez al año que se llevan fatal y que son dos cosas distintas alrededor de un folio que recoge versos pero que esparce aflicción.

3 Comentarios

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here