Treinta y pico años de sutil disfraz democrático. Por esas sendas hemos venido serpenteando entre mascaritas con descuidado ánimo alegre y, sobre todo, rodeados de maestros del transformismo institucional, dando a entender lo que, ya estamos viendo, no es bajo sus ropajes. ¿Qué ha cambiado tras el miércoles de ceniza de esta mini-historia nacional de Borbones a Urdangarines? Pues seguramente más de un marichalazo social, una caída del telón de aquel escenario profuso en lo colorido, bastardo en los elementos. El acceso a las principales instituciones supranacionales de prestigio en calidad de primer espada, aunque ésta estuviera algo oxidada, engalanó la cándida confianza ciudadana hasta propulsar su autosufiencia a una suerte de carrera espacial de la sofisticación como vanguardia de lo que ocurría e iba a ocurrir. No obstante, en este mundo deconstruído sobre el hormigón de Berlín, el capitalismo de rostro conmiserativo se ha venido exhibiendo como una bestia que mata por gusto, sin hambre. Los estudiantes de primero de ciencias económicas con algo de espíritu de atención pueden atestiguarlo.
Entre OTAN sí, tal vez, quizás mañana, no, pues va a ser que sí, CEE de doce estrellas inmóviles y demás algarabías de Babel, la primera dósis de equilibrismo ebrio la afrontamos entre Maastricht y Lisboa; en realidad, desde que el fantasma del déficit (presente en lo bueno y en lo malo, como una promesa matrimonial) quemó sus sábanas y hundió en la fosa más oscura la pesada bola de las condiciones y recomendaciones, abriendo la barra libre de la moneda única a todo aquel interesado en disfrutar de inflación sin límite y pérdida de poder adquisitivo desde la apertura de la primera chucherría para smoking y trajes de gala.
Como toda acción conlleva una reacción, en algún caso desproporcionada con polvorete de hecatombe, la euforia alcista desarrolló su estructura genética y echó redes en los productos susceptibles de encarecer su valor, cual futbolista en racha goleadora. Los bienes inmuebles han pasado de ser un difuso derecho constitucional de segunda división protectora a la víctima de un entente cutre entre aquel labriego que hoy se transmutó en promotor de ruinas y parches, y el cajero con uniforme de broker perfumado que analiza una operación hipotecaria con la misma fiabilidad que actuliza una libreta de ahorros. Y en medio de la apisonadora obtusa, millones de lícitos aspirantes a propietarios, al sueño heredado de la pobreza de sus generaciones precedentes, siempre instigadoras de la meta vital que supone casa, coche y unos cuantos retoños. De igual manera que recabamos la información, con confianza de profesionalidad, de todo aquel dependiente comercial en nuestras compras de mediana complejidad, el gestor financiero que recibe nuestro salario como contraseña de la esperanza capitalista debía acelerar una marcha o pisar con energía el pedal de frenada en función de valoraciones de objetiva deontología económica. Al parecer, no era así. El estudio de esclavitud pagadora por una eternidad de hasta cuarenta años se ha venido realizando en función de parámetros absolutos de objetivos comerciales. Dicho de otro modo, igual le vendo una longaniza como un pareado con vistas al siguiente mamotreto unifamiliar. Esa fiebre de inconsciencia deudora, legítima para el hipotecado, deshonrosa desde el debido rigor del hipotecante, desarrolló la maquinaria inflacionista con la connivencia impúdica de la clase política, aspirante a alcanzar por el arcen la regular marcha de los principales vehículos europeos a base de ilusionar al personal con una trágica fantasía de precios y salarios en continua alza, de amables empréstitos pagaderos a golpe de alegría consumista. Y que no pare el baile, que no ha salido el sol. Efectivamente, hace un lustro que se encapotó el horizonte, que no hay rayos que den calor. Dicen que al asistir a las primeras clases en la facultad de los números económicos, ya definen algo llamado especulación y sus inevitables consecuencias, aunque la troika política patria debe haber contratado a asesores agripados en sus inicios universitarios.
Hoy, cuando aquello que se calificó de plácida transición se ha concretado en juzgados donde entran duques y molt honorables y salen sonrisas e impunidad, donde los serviciales azules siguen siendo bestias grises, donde la autoridad pierde la vista frente al saqueo mientras gradua su óptica salvaje en el desahucio mamporrero y la fisioterapia radical de la estructura ósea estudiantil, una nueva asignatura de la carrera del buen gestor público queda desierta de aprobados. Hoy, y también los próximos mañana, el sueño de la laicidad educativa y su desarrollo público se viola, como una perversión hermafrodita, en concertación segregada, en aulas gélidas y rugosas. También penetra en la aspiración a la universalidad sanitaria, derivada de la ensoñación tributaria, el bombardeo publicitario indisimulado de oferta médica privada, fundamental para que el derecho devenga en privilegio, la igualdad en casta. ¿Dónde están los ingresos ordinarios de millones de expectantes contribuyentes? rescatando a la banca en quiebra, la que le niega un añito de carencia por mal previsor, pérfido ciudadano.
Hoy, en definitiva, los autodidactas en comisión de servicio del capital, único poder cierto en esta historia con mala cadencia cuando la orquesta comienza a desafinar, aseguran que la conversión del trabajador en potencial esclavo, que la transmutación del inquieto estudiante en herramienta fabril, alarga exponencialmente nuestra esperanza de supervivencia. Vienen malos tiempos, pero la irresponsabilidad tiene sus debidas consecuencias. Que el ritmo no pare, que es carnaval.
Gracias, amigo Tinejo, por transmitir sensaciones y críticas de manera elegante en tiempos donde la zafiedad impera acompañada de corrupción y latrocinio.
Un abrazo.
Gracias a tu permanente generosidad para con esta Casa tan tuya, y por tu vigía permanente, tu honradez ciudadana y tu infatigable transmisión de dignos mensajes.
En eso coincidiremos hasta el final de nuestros días.
Un abrazo.
http://www.youtube.com/watch?v=qxDnJIryR1w
Antirracista es una palabra en clave para antiblanco.
El presentador elige como primer enemigo a un locutor negro por su argumentación un tanto idiota. Habría que ver cuánto de idiota tiene la actitud de defender un presidente negro que a la postre podría convertirle en más predispuesto a resolver los evidentes perjuicios de ser negro (y pobre) en EEUU. Visto así, parece bastante legítima la defensa, ¿verdad?. Pero a pesar de todo, si la entendemos como una metedura de pata, criticarla con tanta contundencia y generalizando ese exceso como si eso formase parte de un «contubernio por la discriminación positiva» no es información, no es defensa de la objetividad y de la igualdad, es ideología pura y dura. Ideología que forma parte de una «contrarreforma» liberal que quiere volver «las cosas a su sitio». Es lo que toca en tiempos de crisis según la ultraderecha…
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¿Qué pretende sino el neocon atildado que nos cuenta ese cuento chino? Parece claro que lo que nos viene diciendo es que podemos ser políticamente correctos con los negros, pero no les permitimos NI UN EXCESO. Ni siquiera un exceso de un locutor de radio que tiene por oyentes a miles de personas negras que padecieron desde siglos atrás hasta el día de hoy innumerables desprecios. Para ello desgrana con varios ejemplos (que no tengo paciencia para ver) sobre las continuas «afrentas» contra la igualdad racial promovida por negros «resentidos». Como si la igualdad social no requiriese defensa cotidiana, como si ya estuviese conseguida desde hace mucho, como si los negros de Louisiana y los del corredor de la muerte no fuesen mayoritariamente víctimas por ser de origen negro y por lo tanto humilde. En suma, les viene diciendo a las víctimas reales que dejen de hacerse pasar por víctimas ficticias.
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El fascista que habla (hasta este momento ni me fijé en el color de su piel, y de hecho no distingo si es blanco o negro, pero evidentemente da igual) podría buscar entre los objetivos de sus diatribas a muchos otros seres dañiños, entre otros, al lobby petrolero calienta-planetas (que, por cierto, promovieron sin pudor un presidentes blancos-petroleros-calientaplanetas: los Bush) porque estos sí que son verdugos perjudiciales. Por el contrario, a día de hoy, en cada recodo de los USA los negros siguen siendo víctimas. Y porque a veces se excedan en su defensa está más que justificado. De hecho, sólo piden votos y actitudes, no invaden países y esquilman vidas y riquezas, como los blancos que dicen ser paladines de la igualdad y de la democracia
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Que se vaya a la mierda el presentador neocón y el que tuvo la idea de poner el enlace (que se creerá a estas alturas un activista de la objetividad periodística).
[…] http://casaquerida.com/2012/02/23/el-sendero-que-recorrimos-de-espaldas/ […]