El cuento del lobo desértico

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Siria2Si su sensibilidad geopolítica le provoca un zumbido impenitente desde que cualquier reflexión sobre los hechos sucedidos y a suceder sobrepasan la bipolaridad más soportable, los muertos catalogados en buenos y malos que permiten conciliar el sueño sin más preámbulos morales, posiblemente este texto no sea digerible en su atardecer reflexivo. Sí, claro, vamos a adentrarnos un rato en Siria, sin drones ni misiles de medio alcance con regusto selectivo, sazonados con esa carga democrática que alivia la tiranía y esparce su bombardeo expiatorio con la delicadeza de un bisturí de carta magna y muy demócrata mío.
El planeta, en este instante, está plagado de niños mutilados y desmembrados, mujeres reventadas por falos rabiosos, cebados de semen en desbandada furtiva, territorios en armas sin justificación siquiera primitivamente territorialista, primaria. Todas esas atrocidades surgen del mismo poder, de las rendijas que son balcón con vistas a la opulencia del capitalismo occidental, presa de su monopolio justificador tras dos décadas sin enemigo a la vista a quien echar culpas de manera global. Ese mismo poder, que financia a diestra y siniestra rostros recios o amables en función de las letanías ciudadanas, se aburre de cebar sus graneros y bodegas por el mero hecho de acumular, ya que el capital es hijo bastardo del poder, y necesita el vicio del control, del juego a gran escala. No es esto más que un inmenso Risk en el que caen y se levantan ejércitos con apariencia de plásticos deformados, inertes. Lo que a diario ocurre en la práctica totalidad del continente africano y vastas extensiones de Latinoamérica, con guerrillas fortalecidas para proteger al dios coltán, a la diosa litio, no son genocidios porque la realidad sanguinolenta no es muy de llegar a las primeras planas del sector del papel diario, parte insignificante de los emporios que hoy ansían la guerra fría en el desierto, la tensión del Estado fallido que les laissez faire, laissez passer sus materias primas, sus carruajes sin cuatreros.
Siria1Bashar Al-Asad y señora han sido, hasta escasas fechas, protagonistas amarillentos del folio más coloreado, el de fin de semana, el que acompaña el combinado en las tumbonas selectas, como una pareja ejemplo del refinamiento de una cultura que igual se vilipendia como se enaltece. El que manda sabe jugar a llamarte ayer árabe y hoy moro; hace unos días Presidente, actualmente sátrapa. El ministerio de la verdad domina la neolengua mejor que nadie. De palacio inmaculado como telón de fondo, el primer ministro sirio ha visto deshacerse el escenario para transmutarse en carne infantil depredada por ácidos y balas, por muerte de la que despelleja cualquier barrera de duda ante la obligación de ser más obamistas que Obama. Pero es la secuencia repetida, el guión que ni siquiera se empeñan en traducir para que parezca una historia nueva en lugar de un remake de final cierto. Ya debemos saber que esto no es la democracia, estúpidos, sino la economía, el control. La muerte a partir de la mentira.
Siria3Siria, tan lejos de nuestra verdad y tan cerca de Israel, tan en el amino de las materias primas que unos quieren transportar y otros poseer, supone desde hace dos años la víctima tensa de un lobo estepario que se asfixia a través de dunas que no le corresponden. Parece ser que hoy ha de llegar a su destino, así sea exhausto de legitimidad, con colmillos de bárbara justificación aún punzantes, candentes. Nuestros representantes, una vez más, nos recuerdan cuan poco estiman trazas de inteligencia de quien dicen representar; unos muertos sin autor, aquellas prisas porque dos años no son nada y cien mil supuestos fallecidos menos cuando de obviar a la ONU se refiere, y a enviar drones y balacera visca para democratizar el crimen, para abrir paso a más inviernos árabes en busca del frio de la Historia.

7 Comentarios

  1. Extraordinariamente bella y lírica forma expuesta y recreada la realidad de la capacidad y calidad del hombre en su continuo afán devastador y en justificar el «Medio» como «Fin». Y, su afán de justificar el dolor humano como más leña al fuego de su miserable TERRITORILIASMO q maneja y gobierna su lívido que le hace caminar continuamente detrás de algo parecido a un falo. «Eu falo e digo». La mujer; criatura de Dios como representante de Él en la Tierra y Universo, nace con la responsabilidad que el hombre no dispone. El hombre debe ser sometido a continua vigilancia y restricciones para que el derecho y la lógica reinen y reinen dentro del marco de la realidad que reprime para expresar sus devaneos lívido/territoriales por encima de todos los intereses de la supervivencia realista basado en: «depende cómo me lo digas»

  2. Moral, doble moral, ley de bárbaros disfrazados de demócratas para quienes el «amigo» es el enemigo que mañana hay que combatir por el delito de infundio para no hablar de economía que es la mierda que está detrás toda agresión, de todo acto innoble. Y no es que diga que diga que el sirio es un gran señor porque no lo es, es tan bandido como los que lo quieren destronar, pero…por qué ahora, cuando hasta no ha mucho, han compartido mesa y cama.

    • Los tiranuelos que trabajan para la causa son protegidos en el silencio cómplice de sus balas y hasta aplaudidos como ejemplo de adaptación al occidentalismo de billetera. Cuando cambia el escenario de los intereses, la maquinaria de la propaganda en neolengua cambia los titulares y hoy es malo lo que ayer era un primor, pero transmitiendo que siempre fue así, que nunca hubo memoria, que no tenemos derecho a réplica.
      Gracias por compartir tan habitualmente sobremesas en tu CasaQuerida!

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