El Gobierno, unos de los tres poderes fundamentales del Estado, junto al legislativo y el judicial, ostenta la responsabilidad ejecutiva, y la Constitución regula su composición y atribuciones en su Título IV. Fundamentalmente, el Presidente del Gobierno y los Ministros que lo componen ostentan de manera colectiva una función política, una función ejecutiva y una función normativa. En este último punto, desarrolla de manera directa una función de creadora, con el instrumento reglamentario denominado real decreto, así como de manera extraordinaria con los instrumentos que emanan de los decretos leyes y decretos legislativos, convalidables posteriormente para consolidar su rango legal por las Cortes. De igual manera, tiene atribuida la capacidad impulsora para el desarrollo legal al proponer proyectos de ley a las Cámaras, de cara a su estudio, debate y aprobación.
Lo que viene ocurriendo cada viernes y que, hasta la aparición de la Vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría frente a los diferentes medios de comunicación, nos tiene con el corazón en un puño (cuando aparece y resume el contenido de las decisiones tomadas, sencillamente, el puño se cierra para triturar nuestra esperanza), no responde al perfil de un órgano colegiado que debe reunir a sus miembros para apuntillar o debatir de manera profunda determinadas vías de gobernanza que deben encontrarse perfiladas antes de entrar a ejecutiva escena. Para nada. Los miembros del Gobierno son la representación de las familias que han convenido sostener a Mariano Rajoy como aséptico cabeza de cartel, con esa apariencia bobalicona de sólo creerse él que es un líder sin contestación y respaldado por la unanimidad de la formación conservadora, y esos grupos no entran a la sala con espíritu colaborador, como elementos integradores de un órgano en el que descansa una responsabilidad crítica a estas alturas del desbarajute nacional.
Semana tras semana, la conclusión que se extrae al conocer el contenido de cada reunión es que la tramposa improvisación lo chorrea todo de puertas adentro. Varios ministros andan a la gresca, y no es ningún secreto precisamente porque si se puede segmentar de alguna manera a los miembros del ejecutivo, éstos se dividirían entre aquellos que, de manera más o menos disimulada, gestionan sus ministerios orientados por los intereses privados que surcan sus futuras codicias, y los que se estrenan en primera línea política y que, entre torpezas dialécticas y egolatrías mesiánicas propias del acelerón inesperado en sus respectivas carreras, descansan sus posaderas cada viernes sintiéndose imprescindibles para el futuro de la nación, de su nación.
Una mayoría absoluta, tal y como funciona la dinámica de partidos en nuestro país, se convierte en cientos de escaños que esperan las decisiones de sus compañeros de gobierno para levantar la mano en señal de asentimiento con el objeto de respaldar las decisiones tomadas previamente, quien sabe si en el Consejo de Ministros o en la sede de la formación política en cuestión. Pero con tantos miembros desquiciados en sí mismos y entre ellos, que si un Montoro afrenta a un Soria, que si un Guindos despreciando a una Báñez, que si un Wert volando torpemente libre, lo normativo desemboca en permanente improvisación con la nada deliciosa inocencia de creerse competentes mientras bloquean por completo el sistema.
La última zarandaja vestida de real decreto fue alumbrada en el día de ayer, equiparando las obligaciones de los ciudadanos desempleados con determinadas responsabilidades penales en beneficio a la comunidad. A partir de ahora, los primeros se verán obligados a participar en tareas de extinción y limpieza en la lucha contra los incendios. En caso contrario, podrán dejar de percibir la prestación a la que tengan derecho o ser sancionados. Con decisiones como éstas es imposible vislumbrar los planes del ejecutivo desde una óptica general: la principal obligación de un desempleado es personal, para con sus planes vitales, y el poder político no puede arrogarse la potestad de decidir su futuro individual o colectivo utilizándolos como cuadrilla para lo inmediato. Si el monte se quema más de lo habitual, la responsabilidad se encuentra en el área de medio ambiente; si faltan medios para su prevención, la estrategia coordinada de algunas carteras queda en entredicho; si la acción policial para atrapar con rapidez a los responsables no funciona, el Ministro del Interior debería dejar tanta rueda de prensa reveladora de secretos y ponerse manos a la obra en lo que le compete. Si las cosas cada día funcionan de peor manera, los Ministros no deberían reunirse para dar consejos, y tal vez deberían recibir unos cuantos.
Lo que aquí se denunca tiene una explicación muy clara: no son tres los poderes fundamentales del Estado español sino DOS, los bancos y la iglesia. Lo demás cuelga de ellos, y así nos va.
¡Abrazos para tod@s!
Desde luego, estimado David, hay poderes fácticos que no aparecen en la estructura normativa española pero que suponen una influencia más que notable en la toma de decisiones. Pero entonces aceptaríamos que la democracia, esto es, el gobierno de todos, no es más que una entelequia que nos presentan para la moderación popular a la hora de aceptar que no venimos superando escollos de las minorías de costumbre, sino que realizan su labor con mayor discreción y eso es todo.
Es un placer recibirte en tu CasaQuerida!
Efectivamente, “la democracia, esto es, el gobierno de todos, no es más que una entelequia que nos presentan para la moderación popular.” Y añado un par de citas:
“La democracia sustituye el nombramiento hecho por una minoría corrompida, por la elección hecha merced a una mayoría incompetente.” (George Bernard Shaw)
“La democracia es como una partida trucada. Antes de ir a votar los imbéciles ya han vencido porque son mayoría.” (Pino Aprile)
¡Abrazos!
El mismo placer que sentimos cuando hallamos posada en Casaquerida.
Un abrazo.
[…] http://casaquerida.com/2012/09/08/consejos-a-los-ministros/ […]
Creo que la democracia es la mayor utopia que existe .Ejp: elecciones EEUU Republicanos y Democratas no tienen ninguna diferencia ideologica y vota la mitad de poblacion, triunfa la democracia despues de la elecciones??Ahora en comunidades pequeñas( marinaleda) si se puede practicar porque todos se conocen duermen juntos y sueñan lo mismo El problema no esta en el sistema que se adopte para vivir sino como es que queremos vivir Porque si pretendemos ser libres comprando a credito o que otros piensen por nosotros para no pasar trabajo estamos listos Hay que respetar y no interferir en la cultura de cada pais en su propio pais, asi se empezaria a practicar algo la democracia