Así nos cueste lo que nada le cuesta

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El santuario de Virxe da Barca, en Muxía (A Coruña) ha ardido en la noche de la pascua cristiana merced a la fatalidad climatológica de uno de esos rayos que ya no son (dios nos libre del paganismo) fruto del rencor politeista que explicaba las desventuras humanas, sino que vienen en el portaequipajes de borrascas sin respeto ni honor por estas fechas. Y lo ha hecho en base a un cálculo de probabilidad plagado de ciencia, tan apartado de pararrayos, tan a merced de la electricidad caprichosa, que no entiende las cruces y las vírgenes como implacables enemigos de su capacidad de combustión, de sacrilegio magnetismo.
Feijoo1Nada ha tardado el muy católico Alberto Núñez Feijóo en visitar el templo en ruinas y, tras reivindicar el valor «religioso, cultural y turístico» de este santuario «emblemático» y «simbólico» para «todos los marineros, todos los creyentes y Galicia entera, ha asegurado que se licitará de inmediato las obras de reconstrucción «cueste lo que cueste». Estamos en fechas donde la crisis debe ser que se toma un paréntesis beato, tanto en costes como en legislación, paréntesis demasiado amplio tanto en el tiempo como en el espacio. Cuando de sablar coberturas y derechos colectivos se trata, el sacrificio y la comprensión son las señas de comportamiento que se nos señalan desde el poder público de cara a protestar lo mínimo indispensable y no pecar de egoistas y poco comprensivos con la ardua y dolorosa, flagelante incluso, labor que la fuerza de los pactos les ha impuesto y que ellos, tan de darse por los demás sin pedir nada a cambio, llevan a término con la celeridad propia de la eficacia, traspasando la encomienda a piadosas corporaciones privadas para que se hagan cargo, no sin cierto fastidio por verse obligados a contar más billetes al cerrar el ejercicio.
En cambio, de todos es sabido que un Estado aconfesional de nuevo cuño que se precie no deja de ser, por mor de la Historia que llevamos a cuesta, un heredero leal del espíritu de nuestros cruzados ancestros, que no puede dejar enfriar los rescoldos de un hermoso inmueble a la suerte del olvido. Suena contundentemente demagógico, y con dolo del bueno, pero qué fastidio supone colocar en contradicción las explicaciones de por qué miles de gallegos se han quedado apartados de diversas e indispensables prestaciones sociales, mientras la Hacienda autonómica no pone objeción alguna en apartar urgente y extraordinariamente cuantos euros sean necesarios para volver a levantar paredes y bóvedas, con su floritura complementaria.
Feijoo2Es natural que aquél que abraza la fe católica más allá de su actividad privada vea como suya la responsabilidad de sustentar el vasto patrimonio eclesiástico con la ligereza bienaventurada de entender los recursos colectivos más cerca de dios que de los hombres. El lider del Partido Popular en Galicia, que no encontró reparos morales en apuntarse a un viaje vaticano para celebrar su primer año de mandato y apuntar como colaboradora a su pareja a fin de poder besar el anillo del pescador juntos, menos los va a hallar en hacer resurgir de sus reales cenizas a un santuario, precisamente, levantado en honor a los marineros, a los que atrapan alimentos, a los que arrebata votos. Y Feijóo, desde que comprobamos con qué soltura se mueve en lanchas y yates a la sombra de sus amistades más a la sombra, no le hace ascos nunca a pescar en la mar revuelta.

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