Encomendarnos a una suerte de propósitos y adivinaciones como manía de primeros de año resulta tan de obsolescencia politóloga programada como lanzarse a practicar jogging al amanecer del nuevo ejercicio: en el kilómetro cero sobre nuestras lustrosas zapatillas ya se va quedando marcada la huella de su abandono inmediato. De este modo, no hay nada que resulte más preferible que tirar por el camino de en medio, más que nada porque en los bordes de nuestro circuito no hay ni barandillas, ni arcenes, siquiera hay territorio, mapa, nada.
2015 es año electoral puro y duro. El resto, silencio dramático. Aquéllos que aspiran a retener durante cuatro años el estado de las cosas desde sus respectivos púlpitos ya se han puesto visceras a la obra para que el paisaje se enfoque sin tanto ocre, con menos atardecer permanente. No ha sido ni engullir la duodécima uva y ya hemos recibido, en lugar de cava, confettis y serpentinas en forma de alborozos macro y micro económicos; que si menos impuestos, que si el paro no le preocupa al desterrado y la pérdida de empleo se la reflanflinfla a asalariados y otros menesterosos de nómina puntualmente famélica. Ha sido poner el cuentakilometros de la urna en modo on para que los términos «austeridad», «sacrificio» o «crisis» se encuentren en el paredón de la RAE, si por la gobernanza estuviera a tiro el fusilamiento de los términos electoralmente incómodos. Ay, que Ministerio de la Verdad podrían capitanear los Guindos, Montoro y demás amados líderes patrios.
Pero como hay estafas que no se saben cuanto duran, y ciudadanos que están hartos de resistir oleajes sin dique político de contención, mayo y noviembre se prevén citas memoriosas. En ambas (la segunda siempre y cuando Rajoy no pretenda artificios en el calendario para prorrogar la agonía de los cambios inevitables) el electorado va a arribar, en ausencia de diques y escolleras tramposas, inaugurando la memoria electoral de la microhistoria post Transición. Ni el bipartidismo y sus satélites nacionalistas de dudoso espectro pueden seguir sorteando con tanta facilidad la financión a manos llenas, ni la opulencia en campaña parece, a estas alturas, que revierta en mejor pesca. En todo caso, el caladero común promete multiplicar sus potenciales piezas, dejando la abstención en cosa de márgenes históricos, mientras que la irrupción de nuevas siglas en todo el arco de la estructura representativa nacional dirá adiós, como mínimo, al contubernio previsto con refinado tacticismo para un juego de dos. Ese plan general de ordenación electoral continuará, en efecto, poniendo el camino difícil a la soberanía popular, pero la realidad promete también dificultar que lo inalterable resulte, además, inalterado.
2015, un año que nace con la aguja preparada para tatuar su impronta a los cuatro congéneres siguientes. Sus descendientes quedarán marcados por la personalidad de este ejercicio que promete emociones fuertes desde su primer escalón. Aunque casi siempre ganen los mismos, de cuando en cuando aparece el Atleti, y hasta cae simpático.
Reproduciré el enlace.
Un abrazo amigo Tinejo
Pepa
Abrazos postnavideños querida Pepa.
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